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¡Feliz día para médicos y médicas!

En este Día del/la Médico/a, la FCM saluda a todas aquellas personas que hacen del ejercicio y perfeccionamiento de la sanación y la prevención sanitaria profesionales su quehacer diario.

03 de diciembre de 2018, 10:21.

imagen ¡Feliz día para médicos y médicas!

El 3 de diciembre fue la fecha propuesta en 1953 por la Confederación Panamericana de Dallas, Texas, como día de la medicina americana. Fue elegida por ser la fecha de nacimiento del científico cubano Dr. Carlos J. Finlay.

Luego de ser estudiada infructuosamente durante siglos, la fiebre amarilla concentró la atención del Dr. Finlay a partir de 1865. En 1881 presentó un trabajo trascendente ante la Academia de las Ciencias de La Habana: "El mosquito hipotéticamente considerado como agente transmisos de la fiebre amarilla". Describió detalles, características y hábitos del mosquito, y la forma en que reproducía una enfermedad en personas. Luego de la lectura ante un auditorio repleto de académicos en silencio, hubo que esperar 19 años para que la IV Comisión Americana para el Estudio de la Fiebre Amarilla comprobara su teoría, confirmando la misma y sentando las bases de la prevención. Finlay había logrado finalmente desterrar las arcaicas ideas de que la fiebre amarilla se transmitía por la ropa o por objetos que habían estado en contacto con enfermos.

Más aquí en el tiempo, y más entrañable, nuestro recordado doctor Rodolfo Muratorio Posse nos acerca palabras que honran esta profesión, llevándola más allá de la aplicación nominal de conocimientos de medicina.

 

Cuando el paciente ofrece al médico el universo de sus posibilidades o de sus posibles enfermedades, está actuando en función de toda su historia personal, de toda su vida, de su historia familiar, de sus experiencias vitales, de su cultura, de su extracción socioeconómica, etc. Este universo se canaliza a través de un relato, de una comunicación que es volcada en el médico quien, además de sus conocimientos de medicina, también tiene su historia personal, sus experiencias, su cultura, etc.

El vínculo entre el médico y su paciente nace con la medicina misma ya que, básicamente, el acto médico es necesario e inexcusablemente una relación entre dos personas, en la que aparece un “tercero en discordia” que es la enfermedad para darle todos sus tonos y sus timbres... La recuperación del paciente (cualquiera sea éste) se posibilita a través de una relación de carácter personal con su médico, relación en la que juegan factores de mutua interacción entre dos personas que en esencia son iguales.

 

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