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Dr. Daniel Edgardo Nijensohn, en primera persona

imagen Dr. Daniel Edgardo Nijensohn, en primera persona

Soy el Prof. Dr. Daniel Edgardo Nijensohn, neurocirujano, integrante de la promoción 1963-1970 de la FCM.

Tengo el honor de ser Profesor Honorario Emérito del Departamento de Neurocirugía de la Universidad de Yale, y mi principal interés profesional en el presente está enfocado en las áreas del profesionalismo médico y en el de la ética de la neurociencia.



La práctica activa de la neurocirugía es abrumadora. Es y debe estar centrada en las necesidades del paciente. Una conducta ética es absolutamente necesaria. Cada procedimiento debe ser explicado cuidadosamente al paciente, a los familiares y a los colegas que refieren el caso, enfatizando en particular la relación riesgo-beneficio.
La esencia del profesionalismo médico radica en la dedicación para el bienestar del paciente por encima de los intereses personales y/o financieros del médico. Hay que evitar que incentivos financieros perversos y la progresiva comercialización conviertan a nuestra estimada y vieja profesión en un simple negocio. Soy optimista y pienso que la Medicina continuará siendo una de las ocupaciones humanas más valederas y loables.



Nací en 1946 en la Ciudad de Mendoza, Argentina, en la casa de mis padres en la Sexta Sección. Ingresé a la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo en 1963, de donde egresé como Médico en 1970 y me gradué como Doctor en Medicina en 1976. Recibí la Medalla de Oro de mi promoción en la XIII Colación de Grados en diciembre de 1971.
Al momento de ingresar,  en el año 1963, el Decano de la FCM era el Dr. Roger Zaldívar, en tanto al egresar en 1970 el cargo era ocupado por el Dr. Julio Cantón. En aquel año, el rector de la UNCuyo era también un profesor de la FCM, el Dr. Julio José Herrera.
Veinticinco integrantes de la promoción que ingresó en 1963  recibieron  su diploma de Médico en la XIII Colación de Grados en diciembre de 1971: Afif, Alcalde, Birnbaun, Blythman, Briggs, Cannavó, Eztala, García, Gómez Navarro, Guerrero, Hom, Leal, Levín, Liberal, Martínez, Meretta, Murphy, Nijensohn, Rabito, Saldeña, Serruya, Soler, Taccone, Vega y Zito.



Mi experiencia educacional en la FCM de la UNCuyo fue magnífica. La institución había recibido en sus primeros años una importante donación de la Fundación Rockefeller y había  implementado un plan de estudios novedoso, incluyendo un año de internado hospitalario obligatorio antes de obtener el título de Médico. Durante mis años de estudiante, un equipo procedente del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, de Cirugía cardiovascular, estableció un programa avanzado en esa especialidad en Mendoza.  El reconocimiento de la necesidad de restringir el número de plazas para adecuarlas a las facilidades edilicias y docentes y la presencia de profesores tanto argentinos como extranjeros, que desplazados por guerras europeas y/o circunstancias internacionales y nacionales terminaron radicándose en Mendoza, caracterizaron ese período. El hecho de que era y es una universidad pública, permitió a candidatos de distinto poder adquisitivo obtener una excelente educación. La experiencia obtenida en la FCM de la UNCuyo en Mendoza fue pilar indispensable  e invaluable para mi desempeño posterior.  La formación clínica, particularmente en Semiología, usando las enseñanzas de las escuelas europeas, fue ampliamente reconocida cuando fui evaluado por las instituciones donde obtuve mi entrenamiento de post-grado.
Entre 1969 y 1970, hice mi internado hospitalario obligatorio en Buenos Aires, en el Instituto de Investigaciones Médicas de la UBA en el Hospital Tornú,  bajo la dirección del Prof. Dr. Alfredo Lanari y en el Instituto de Clínica Quirúrgica del viejo Hospital de Clínicas, dirigido por el Prof. Dr. Mario Brea.



El Departamento de Cirugía estaba comandado por el cirujano cardiovascular y trasplantólogo Michael Ellis DeBakey, en ese momento quizás el médico más famoso del mundo.
Pronto empezaría mi entrenamiento como neurocirujano en la famosa Mayo Clinic, ubicada en Rochester, Estado de Minnesota, EE.UU. Esa residencia era conocida como una de las más largas, rigurosas y difíciles, ya que requería prácticamente el abandono de todo lo demás- fuera la vida personal, familiar, afectiva y/o social- para dedicarse exclusivamente a la búsqueda del objetivo de la excelencia profesional.
En Houston, durante una de mis rotaciones, trabajé para el Dr. George Ehni, famoso neurocirujano y graduado del Programa de la Mayo Clinic. A través de él y gracias también al buen trabajo hecho como Interno, conseguí ingresar a uno de los Programas de residencia de Neurocirugía de mayor prestigio mundial. El mismo abarcó seis años de mi vida, de 1971 a 1977, en los cuales invertí todo mi tiempo y energía con dedicación absoluta para prepararme como neurocirujano. La Mayo Clinic continúa hoy día siendo reconocida como el mejor centro hospitalario en EE.UU. y quizás en el mundo. Fue en la Mayo Clinic donde encontré a un mentor, el Dr. Frederick William Lawson Kerr, nacido en Buenos Aires, un anglo-argentino-estadounidense, que más que neurocirujano era un neurocientífico de primera línea. El Dr. Kerr fue enormemente generoso hacia mí y en su Laboratorio de Neurocirugía Experimental completé los requerimientos académicos para obtener una Maestría en Ciencias de la Universidad de Minnesota y el Doctorado en Medicina de la UNCuyo en 1976. Fue también en Rochester donde conocí a mi esposa Goldie Laventman, oriunda de la Ciudad de México y cuyo hermano era mi compañero de entrenamiento, en su caso en el Departamento de Neurología.
En 1976 decidí fijar su residencia permanente en los Estados Unidos de Norteamérica, donde encontré los medios y la posibilidad de proveer a mis pacientes con los últimos desarrollos tecnológicos para lograr resultados positivos en su tratamiento.
En 1977, al finalizar la residencia, ingresé al cuerpo docente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, en New Haven. Trabajé intensamente en varios hospitales y desarrollé una práctica de Neurocirugía general muy voluminosa y diversificada. Mi experiencia quirúrgica de más de 9.000 casos documentados a través de los años, ha incluido trauma, columna vertebral, nervios periféricos, tumores, neurocirugía pediátrica, cirugía de la carótida y cerebrovascular (como aneurismas y malformaciones arteriovenosas), neurocirugía estereotáctica y funcional, base de cráneo, glándula pituitaria y radiocirugía.



Mi vida  con mi esposa Goldie en Nueva Inglaterra está dictada por el  pasaje del tiempo, marcado por cuatro estaciones muy definidas. Visitamos a nuestros hijos y nietos a menudo en Massachusetts y Vermont y frecuentemente regresamos a nuestros países natales, Argentina y México. Cuando llego a Mendoza, en general desde Chile, cruzando la cordillera, mi corazón late contento como en la canción, ya que llego a mi patria chica. Me siento orgulloso de la belleza del lugar y calidad de sus habitantes y agradecido a los individuos que contribuyeron al desarrollo de mi personalidad en mi niñez y juventud y al inicio de mi formación médica en la FCM de la UNCuyo.

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Nijensohn y la FCM, en la historia