Raúl falleció el fin de semana pasado. Quienes compartieron con él tareas, jornadas y espacios lo tienen y tendrán muy presente.
Raúl fue un buen compañero, de trato cordial, amable con sus pares y siempre dispuesto a ayudar.
En esa tarea de ayudar encontró su vocación gremial, la que desarrolló a la par de su trabajo en la facultad. En más de una ocasión fue delegado y puso su tiempo al servicio de otros. Luchó desde su lugar para que se respetaran los derechos y las condiciones de trabajo del personal de apoyo académico, logrando mejorar y transformar la vida laboral de otros.
Trabajó siempre con alegría y la trasmitió a otros.
Raúl se lleva hoy con él nuestro cariño.
Siempre lo vamos a recordar como una persona esencialmente buena y generosa, a la cual no le cabe el olvido.
El recuerdo de Raúl y "su" destilador
No recuerdo exactamente cuándo conocí a Raúl Castro, pero fue hace cerca de 30 años. Entonces él trabajaba en Servicios Generales, pero su deseo de superación lo llevó a adquirir formación técnica. En la antigua área de Física Biológica había un taller donde el Profesor Teobaldo Saldeña (1945-2014), entonces titular, deseaba poner en marcha un destilador, y Raúl se hizo cargo de la tarea, con el apoyo del Ingeniero Jorge Ibáñez.
Durante más de dos décadas a partir de los años ’90, Raúl se desempeñó con mucha eficiencia en su tarea. En ese prolongado intervalo tuve oportunidad de conocerlo mejor. Más allá de su idoneidad y dedicación laboral, fue un excelente compañero de trabajo, alegre y amable, siempre bien dispuesto a cumplir acabadamente las tareas que se le encomendaran.
Evidentemente, nuestro aprecio era mutuo, porque en varias ocasiones Raúl me consultó sobre cuestiones laborales, médicas y personales, cuestiones en las que traté de dar mi mejor orientación, honrado por su confianza.
Lamentablemente, luego del desastre edilicio de 2009, durante las necesarias refacciones del Área de Física Biológica los equipos de destilación quedaron en malas condiciones y, a pesar de las gestiones realizadas, no se han podido poner en funcionamiento hasta ahora. Por la misma época, tal vez empeorada por el comprensible estrés que sufría Raúl, su diabetes comenzó a complicarse progresivamente, forzándolo a tomar licencias por enfermedad cada vez más prolongadas y finalmente, a jubilarse por incapacidad. Me consta que, hasta el final de sus días, Raúl estaba preocupado porque se lograra poner en marcha “su” destilador.
Como póstumo homenaje quisiera reiterar mi aprecio y agradecimiento por este compañero de trabajo siempre atento y servicial, que colaboró con su conocimiento técnico y dedicación al funcionamiento de nuestra institución.
Prof. Dr. Fernando D. Saraví
Instituto de Fisiología