Con contundencia, condenamos esta muestra de violencia e intolerancia y deseamos fervientemente que no vuelvan a repetirse actos que nos recuerden la peor de las épocas oscuras de este país.
Será impracticable un país que discuta ideas pintando agresiones y amenazas en las paredes de una institución de educación pública, que forma a los y las profesionales que se convertirán en los motores de la producción de conocimiento y ciencia, eslabones imprescindibles en la resolución de los problemas sociales y la generación de respuestas originales.
El odio, la intolerancia y las amenazas vertidas en los muros de la FCPyS no forman parte de un modelo democrático de país, donde la gente convive en la diversidad y con paz.