El día 19 de abril, tras la toma de un examen global, se desató la ya habitual celebración de la que participan estudiantes a punto de egresar y sus allegados/as. En la oportunidad, los festejos se desarrollaron en un espacio (explanada de acceso) que no se encuentra habilitado para estos fines. La consecuencia fueron apreciables daños en el cartel institucional de la FCM, manchas de pinturas en fachada de piedra y piso, y una gran acumulación de basura.
Ha resultado encomiable la actitud de los/as recientes egresados/as al aprestarse a restablecer las condiciones originales del cartel institucional dañado, junto con el pedido de disculpas correspondiente. Sin embargo, queda claro que no resulta deseable la ocurrencia de estos hechos.
Una vez más, recordamos que la Facultad ha dispuesto, incluso a través de una normativa, un espacio en el cual pueden desarrollarse este tipo de festejos. Se encuentra a escasos 40 metros del frente de la FCM y presenta condiciones que otorgan seguridad, comodidad y favorecen el cuidado de las instalaciones.
Las razones y ventajas de la existencia del Egresódromo son claras y fueron avaladas por la comunidad educativa a través de sus representantes en el Consejo Directivo.
A su vez, reiteramos el deseo de que comencemos a instalar, como comunidad educativa, una nueva cultura del festejo, en la que celebrar no signifique poner en riesgo la integridad física de las personas o los bienes públicos de la institución, convertir el escenario en un basurero a cielo abierto, deteriorar las condiciones en las que desarrollan sus actividades otros/as integrantes de la institución, o menoscabar el trabajo de personal de limpieza. El festejo puede ser motivo de alegría y orgullo de todos y todas, pero eso implica un compromiso en el cambio.
Incluso en el área pensada para unificar los festejos y evitar que se vea comprometido todo el perímetro del edificio, las consecuencias son notables. Como mínimo ejemplo, podemos decir que toda persona que circule habitualmente por la zona del Egresódromo, junto a la Secretaría de Posgrado y las Aulas del Bicentenario, conoce del olor nauseabundo que cada tanto produce la acumulación, en acequias y veredas, de restos descompuestos de huevos, harinas, pinturas, jugos y otros productos, además de todos los envases plásticos y aerosoles que quedan abandonados. En ese sector trabajan y se educan otras personas.
En épocas en las que diversos pensamientos críticos sociales y filosóficos postulan cambios y revoluciones que faciliten la convivencia, que traigan equidad y justicia, tal vez podamos encontrar una alternativa a festejos que desperdician alimentos, que utilizan sustancias tóxicas porque manchan con éxito, y que deterioran los espacios y bienes que tanto esfuerzo social requieren para su mantenimiento.