La reunión de presentación estuvo encabezada por Roberto Miatello, decano de la FCM, y Claudia García, decana de la FCPyS, en calidad de autoridades de las Casas de Estudio generadoras de la propuesta de formación, en convenio con FLACSO. Además fueron parte de la mesa académica Carlota Ramírez, representante de FLACSO, Silvia Attorri, directora de la nueva Diplomatura; y dos representantes de organismos de Naciones Unidas, Carlos Passarelli por ONUSIDA y Juan Mere, Asesor en VIH/Sida del Fondo de Población (UNFPA).
Cada uno a su turno, resaltaron los atributos que en su conjunto hacen de esta Diplomatura un aporte de formación de posgrado novedoso y original. Miatello destacó el objetivo de propender al bienestar social utilizando como herramienta la transdisciplinariedad como factor de transformación. García insistió en ello, rescatando la idea de una intersectorialidad superadora de la fragmentación con que la academia y la gestión política intentan abordar situaciones que en la realidad no se encuentran parceladas. Mere apuntó que la epidemia se hace fuerte a partir de todo aquello de lo que no queremos hablar: sexualidad, prácticas, deseos. En su lugar, la sociedad coloca etiquetas que poco representan a comunidades diversas y entrega pocas posibilidades de educación sexual integral. Mere insistió en la necesidad de diálogo para la construcción de conocimiento que escape a la verticalidad, idea en la que se apoyó Passarelli para reclamar voz para quienes nunca tienen voz, pensando en personas reales con comportamientos y situaciones que los hacen más vulnerables. Asimismo, Passarelli afirmó que la respuesta contra el sida es la misma que para el hambre: la capacidad de atravesar los problemas con miradas sociales, políticas, sociológicas, médicas, etc.
También hicieron uso de la palabra la especialista en infectología y directora de la flamante Diplomatura, Silvia Attorri, y el responsable del Programa Comunitario de Integración de las personas viviendo con VIH de la UNCUYO, Renzo Molini. La ocasión fue propicia para contextualizar la Diplomatura en el marco de un proyecto integral con el que la Universidad aborda la problemática del VIH, en la que convive con un programa de capacitaciones con cobertura nacional llamado Formación de Formadores y un Manual de Formadores desarrollado localmente, que fue exhibido a todos/as los/as concurrentes.
Finalmente, se ofrecieron al público presente dos valiosas disertaciones. En primer lugar Isabel Cassetti presentó "VIH en contexto de Mujer", para luego dar paso a Maria Isabel Linardelli y "Mujeres, género y VIH: una lectura desde las ciencias sociales".
La Diplomatura tiene programada su primera edición en 2020 y próximamente abrirá sus inscripciones.
Attorri y los Derechos Humanos como clave para ganarle al sida
La directora de la Diplomatura realizó una clara y concisa justificación de la necesidad de un enfoque como el propuesto por esta formación. Explicó que alcanzar el bienestar físico, biológico, no alcanza para hablar de salud integral. "Lo que alcanza para recuperar salud en algunas enfermedades, no es suficiente en la infección por VIH. Hoy que entendemos al VIH como infección crónica, estable, tratable incluso con un sólo comprimido de medicación, observamos que no ha sido suficiente para alcanzar una salud asociada a bienestar".
Attorri afirmó que "alguien que vive con VIH y toma medicamentos para su bienestar biológico, además piensa, siente, sueña y se proyecta al futuro como cualquier persona. Pero al tener esta infección, aunque esté controlada en su cuerpo, su bienestar se halla condicionado por otros factores presentes en la sociedad: discriminación, estigmatización, pérdida de derechos si se revela su diagnóstico. Y esa vulnerabilidad es mayor aún cuando esa persona integra poblaciones marginadas por otros factores socioculturales, socio-económicos, políticos".
"El sistema de salud en su conjunto no puede ser excluyente, poco amigable, intransigente con la diversidad, culpabilizador. En un sistema de salud así la persona con VIH siente exposición, rechazo, angustia y esto muchas veces genera el abandono de tratamientos gratuitos que evitan la transmisión de VIH", explicó. Y fue contundente al sentenciar que "si el sistema de salud no se transforma y deja de generar expulsiones, si no es abierto e inclusivo, se hará sumamente difícil lograr las metas de detección de la infección, tratamiento e indetectabilidad del virus".
Attorri describió el desafío de las ciencias de la salud del futuro, que pasará por "incluir perspectivas sociales para enriquecer la práctica profesional mediante visiones más pluralistas y menos sesgadas, excluyendo discriminación y exclusión contra las personas que presentan un atributo diferente, ya sea por su orientación sexual o su identidad de género, pero también por su condiciones étnica o socio-económica, entre otras". Reconoció así que las carencias de una visión integral en los procesos formativos reproducen los prejuicios sociales existentes y las respuestas en materia de omisiones.
Haciendo una síntesis de la motivación de llevar adelante esta nueva Diplomatura, remarcó que es necesario generar espacios interdisciplinarios de formación profesional, que incorporen perspectivas y paradigmas que pongan en relación las ideas de diversidad y derecho a la salud.
"Los derechos humanos son claves para poner fin al sida y son el alma de cada una de las batallas y de cada uno de los éxitos desde el comienzo de la epidemia".
Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, con motivo del Día de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 2019).
VIH y Mujer, desde la Medicina y las Ciencias Sociales
Desde la mirada de la infectología, la Dra. Isabel Cassetti realizó un análisis en torno a epidemiología, anticoncepción, embarazo, tratamientos y prevención. Para dimensionar la batalla pendiente, acercó las estimaciones de ONUSIDA en cuanto al estado actual en las infecciones a nivel global y las perpectivas de su propuesta “90-90-90". Esta última implica lograr que el 90% de las personas infectadas conozca su estado serológico con diagnóstico de VIH, que de ellas el 90% reciba la medicación y que de ellas el 90% logre obtener una carga viral no detectable. Según los últimos datos brindados por ONUSIDA, existen 37.9 millones de personas que padecen VIH. Más de la mitad son mujeres. En Latinoamérica la prevalencia del HIV en mujeres es de 30%.
Cassetti consignó que aumentaron los casos en hombres, pero en las mujeres la estadística no ha cambiado, por lo que es necesario avanzar en el tema de diagnósticos tardíos y testear más. Reconoció que "hay 139 mil personas con VIH en Argentina, 17% desconocen situación, a los que se le suman 5800 casos por año. La epidemia no está estable, está activa, se observa un aumento de casos de VIH en la gente joven, entre 15 a 24 años, y especialmente entre hombres que tienen sexo con hombres. Más del 98% de los casos se da por transmisión sexual".
Haciendo un panorama global, Cassetti mencionó el problema de los embarazos no planificados en Sudáfrica, donde aún aquellas mujeres que conocían que tenían VIH, y no estaban en tratamiento, también tienen una alta tasa de embarazo no planificado. En Latinoamérica y el Caribe, el 79% de los embarazos de las mujeres con VIH terminan con abortos inducidos, lo que se agrava dado a que en la mayoría de los países el aborto es ilegal.
Cassetti apuntó a la baja consistencia de uso de condones y métodos duales. Además, problematizó sobre las características de las mujeres que se analizan en estos estudios, existiendo casos de violencia familiar, de pareja y/o de las instituciones, lo que acarrea el estigma de la discriminación.
En segundo término, la Lic. Maria Isabel Linardelli cerró el encuentro con una visión desde las Ciencias Sociales. Su exposición se centró en la crítica al modo en que los avances biomédicos se distribuyen en las poblaciones. Abordó las condiciones de vida de las mujeres en sociedades patriarcales y cómo influyen en su salud: violencia patriarcal, división sexual del trabajo, políticas de salud, entre otras.
Linardelli también enfocó su disertación sobre la construcción social del VIH y los estereotipos, donde la reputación de una enfermedad puede aumentar el sufrimiento de quienes la padecen y postergar la búsqueda de un tratamiento adecuado, llegando a la invisibilización de los casos de VIH en las mujeres.