Cuando decimos adiós, nos despedimos de alguien de manera temporal o definitiva. Si el contexto en el que se usa es definitivo, está lleno de nostalgia y pesar, por todas aquellas palabras importantes que debimos decir antes. Pensando como despedir a mi amigo Fernando, dentro de un torbellino de recuerdos e ideas, pero con dificultad para expresarlo por las lágrimas que nublan mis ojos y mi mente, decido hablar de la persona, que conocí a lo largo de más de 4 décadas.
Todos saben que el Dr. Fernando Daniel Saraví era médico graduado en nuestra facultad, que ejerció su profesión asistencialmente y como docente. Además, se doctoró en Medicina en la época que pocos los hacían, dirigió doctorandos y magisters. Escribió libros, capítulos de libros etc. Pocos sabían que era densitometrista perfeccionado en USA y era Teólogo. Sería más fácil decir en cuales actividades de gestión o docencia/investigación no participó en la Universidad Nacional de Cuyo, pues son las menos.
Querido Fernando. escribías y hablabas muy bien en español, pero, mejor lo hacías en inglés. Tenías ese gen heredado de Madame Saraví y del Profesor Saraví, tus padres. Eras una persona con convicciones muy arraigadas y a eso le agregabas un background de conocimientos muy alto, que podía llegar a hacer perder el coraje al más avezado que quisiera discutir con vos, sobre el tema que se les ocurra. Siempre recuerdo cuando quería engancharte con un tema nuevo de ciencia o no, nuevo para mí y vos, ya algo habías leído. Esas convicciones te hicieron enfrentar a muchos en conferencias o entrevistas, en tu defensa de la vida y de la muerte digna, que merecen todas las personas, superando las críticas con el valor de la gran humanidad que poseías.
Cuantas horas ganadas en nuestras charlas que nos servían de catarsis (Biol. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo o en Psiquiatría/Psicol: Liberación de ideas, pensamientos o material reprimido en el inconsciente, acompañado de una respuesta emocional de alivio). Cuando entraba en Biofísica, sabía que estabas, por el exquisito aroma del tabaco chocolate inglés, que colocabas en tu pipa tipo Sherlock Holmes.
Cuanto aprendimos, por supuesto yo era más alumno/paciente que vos.
Amigo, ahora que tu barca zarpó, con rumbo definido sólo de ida, me voy a quedar con: tu gran amor incondicional por tu familia, tu profesión y la música; con tu risa sonora cuando te contaban un buen chiste que no esperabas; con el silencio de los asistentes a algún acto oficial cuando entonabas el Himno Nacional Argentino o el Himno de la Universidad con esa tremenda, armónica y bella voz que tenías; con la prolija caligrafía que realizabas con tu lapicera fuente de tinta Parker.
En la dimensión que se encuentre tu espíritu, quisiera que sepas cuanto agradezco a la vida el privilegio de nuestra fraternal amistad a lo largo de tantas décadas y para concluir, me quedo con las palabras que siempre me decías al final de nuestras charlas “Nos vemos y …. sé feliz”.
Dejaste huella, te vamos a extrañar
Prof. Dra. Graciela Nora Arenas